Señor: nos lo diste para que fuera nuestro consuelo y felicidad aqui en la tierra; nos lo quitaste para que interceda, por nosotros, más cerca de vos en el cielo, y aunque no escuchamos su vos, nunca olvidaremos sus palabras. Aunque nos agobie su ausencia, su recuerdo nos acompaña; aunque la angustia nos doblegue, nos fortalece la plegaria.

Esta es la oración que fue impresa en sus recuerdos de novenario, casualmente es similar a una frase que mi papá repetía cualdo alguién faltaba:
"Dios me lo dió, Dios me lo quitó, que bueno es Dios".
Ya van varias casualidades como esta.

El día del entierro escuche de tres personas diferentes un decir de mi papá, mas o menos así:
"Yo deseo morir un día miércoles, para que mi familia descanse jueves y viernes, además el fin de semana."
"La fuerza de la palabra" me dijo una compañera de él.